Queridos compañeros, amigos, lectores, hoy es un día muy especial para nosotros, porque tal día como hoy, se celebra el Día Mundial del Pan, pero claro, nuestro pan, no es como otros panes, porque es «sin gluten», y esas palabras, quieren decir, que es un pan que para nosotros, tiene un precio abusivo, nos cuesta «oro», poder comer un alimento tan sumamente básico, como una barra de pan, por tanto, realmente, hoy no tenemos nada que celebrar.

Es por ello, que surge la necesidad de difundir de diferentes maneras, la situación de desigualdad en la que se encuentra nuestro colectivo tal día como hoy,  y todos los días del año, y en mi caso, quiero difundirlo junto con los compañeros, de la Asociación de Celíacos en Acción, con un cuento precioso, en el que se muestra claramente nuestra problemática, y que espero, esperamos, sirva, para remover conciencias.

Hoy queremos compartir con vosotros, y que hagáis también posible :

LA MAGIA DE LA SOLIDARIDAD

En un país muy muy lejano, hace muchos muchos años, existió un rey llamado David.
El Rey David era conocido por su solidaridad, y todos los reinos de alrededor, le envidiaban por sus leyes, siempre justas para todos.

Una vez, después de mucho pensar, tuvo una idea: ¡Su reino era el más justo de todos los del continente, pero algunos habitantes pasaban hambre! Así que… le pidió a sus ministros, que aprobaran una ley en la que garantizara el pan a todos sus vasallos y durante todos los días del año.

Y por fin llegó el gran día… había pan para todos. Se respiraba felicidad por todos los rincones del reino… ¡había conseguido erradicar el hambre de todo su pueblo… ¡era un hombre feliz! Y sería reconocido a lo largo de los siglos por sus descendientes, como el monarca que más dichoso había hecho su reino.

Un día en el que el rey recibía en audiencia a sus vecinos, apareció el vecino Martín.
Martín era un joven moreno, pero tampoco mucho, porque su pelo aparecía sin brillo… era alto… pero no demasiado para su edad, estaba muy flaco, aunque no lo parecía, porque su abdomen era exageradamente abultado… su carácter era alegre y divertido, aunque sus ojeras desvelaban sufrimiento… Martín tenía 14 años, y era el mayor de seis hermanos.

Se inclinó ante el rey en una torpe flexión, pareció perder el equilibrio por un momento… y después mirando a los ojos del monarca pronunció:
Rey David… el pueblo está hambriento, el pan es caro y los pobres no se lo pueden permitir en sus mesas… mas… los que padecemos de enfermedad celíaca, nunca tuvimos pan
-¿Cómo? Gritó el rey, poniéndose en pie enfurecido-he ordenado producir pan suficiente para cubrir todas las necesidades del reino. ¿Quién eres tú para acusarme de no poner pan en tu plato? ¡Yo soy el rey más justo de todos los tiempos!

Martín, pese al miedo que sentía, logró mantenerle la mirada y explicarle:
Señor, por todos es conocida su solidaridad, pero a los que somos celíacos, aún no nos ha llegado. Nuestra alimentación consiste en seguir una dieta sin gluten… y los cereales que usted compra para los ciudadanos, a nosotros nos resultan venenosos… no los podemos tomar majestad. Mis hermanos pasan hambre… mi padre sufre de graves molestias… algunos de sus vecinos sufren desconsoladamente… y además nos duele que nuestro generoso rey, no haya tenido en cuenta nuestra dolencia.

El monarca se sentó hundido… es verdad, no había previsto la necesidad de esos ciudadanos. Se lamentó enormemente…
Martín sacó de su bolsillo un harapo, lo desenvolvió lentamente… el rey estaba expectante. Aquel muchacho le había dado una lección, y ahora le traía un regalo…
Bajo varias capas de tela raída, Martín sacó una rebanada de pan…

ILUSTRACIONREBANADA

-Señor, ésta es la última rebanada de pan que nos queda los celíacos… y se me ha ocurrido, que quizás ella tenga la solución a nuestra escasez y carestía de alimentos especiales. ¿Qué le parece si, cada semana la rebanada está en una familia? Y esa semana, ese hogar, será la encargada de fabricar nuestros alimentos, solo los nuestros… si se mezclara con el pan de trigo, nos haría el mismo daño que si tomáramos directamente del pan…

El rey se pasó la mano por la barba y pensó largo rato… se fijó entonces en el abdomen tan inflamado del muchacho y enrojeció de cólera consigo mismo… no necesitó meditar más, ni consultar con sus ministros.
-Hecho, hijo! En este reino, los celíacos serán tratados con respeto. Alcánzame esa rebanada… será motivo de festejo, encontrarla cada semana, así conseguiremos que nunca más se vuelva a olvidar a los celíacos!
Y así se hizo…

Desde entonces, todos los miércoles, los ciudadanos del reino del Rey David, se reúnen en la plaza y urden sus pesquisas para localizar la rebanada, que por cierto, sigue siendo la misma que una vez le entregó Martín a aquel monarca, recordado a través de los tiempo, por generosidad y empatía con sus ciudadanos.

Rebanada

Comparte la rebanada y éste cuento en tu muro, en tu whatsapp, en la red social que consideres, para que la encuentren todos aquellos que aún no son conscientes de que los celíacos existimos, y de que estamos en inferioridad de condiciones… consigamos que Martín seamos todos, y que los que no conocen su problemática, se conviertan el el rey David.